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domingo, 11 de abril de 2010

EL JURAMENTO ÉSE

De verdad verdaita, lo del juramento de los precandidatos del PSUV a la Asamblea Nacional, me parece una de las cosas más balurdas que he presenciado, una patética demostración de torpeza, y una absoluta falta de la más elemental inteligencia.
El diablo está en los detalles, repite Chávez de vez en cuando, y vaya que esto del juramento es un detallazo. Tan seguro estoy de esto último, que me atrevería a realizar una apuesta: a que no existe ni un solo precandidato, capaz de repetir el juramento ése, es decir, ninguno de ellos está en capacidad (absolutamente comprensible, por demás) de saber qué juró, a qué se comprometió.
Eso ya deja un mal sabor; han castrado a los participantes, casi les han abierto las puertas al incumplimiento de algo que no recuerdan, no recordarán, que no se saben y nunca se aprenderán. Un juramento que les causó risa, que les cansó al momento de hacerlo y repetirlo. Y que lo único que les mantuvo la compostura, fue el papel jugado por el presidente Chávez, pues era éste quien les conminaba a repetir y repetir, cual letanía, un juramento que por largo, cansón y desafortunado, perdió la simbología que ha debido tener.
Acción ejemplarizante sería sancionar a quienes escribieron semejante retahíla de infortunios.

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