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lunes, 21 de febrero de 2011

Bolas

Creo que en un par de oportunidades intenté lanzarme en huelga de hambre, por allá en tiempos de estudiante en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Ninguna de las dos se pudo concretar. Aunque mis recuerdos sobre ese par de oportunidades no son muy buenos, sobre todo de la primera oportunidad, sí logro recordar que ese primer intento sería frente a la Nunciatura (sí, la de los pedófilos), en ese momento tenía que ver con reivindicaciones estudiantiles, y para lograr tal fin, teníamos planificado encadenarnos al portón de la cueva esa. Solo recuerdo al gordo Aquino entre quienes haríamos tal cosa. Tampoco recuerdo bien el porqué no se dio.
La segunda, la recuerdo mejor. Tenía que ver con un desesperado (obviamente) intento por llamar la atención sobre la estafa que se cometería desde el Ministerio de Educación (Caldera II) con las licitaciones de compra de libros escolares. La idea surgió en una tasca de Plaza Venezuela donde desesperados buscábamos la manera de parar la estafa de la cual serían víctimas, en primer lugar, los jóvenes estudiantes de primaria al recibir libros con mala calidad en cuanto al contenido y segundo, el patrimonio económico de la nación pues estaban en juego una gran cantidad de millones que significarían más endeudamiento.
Éramos tres quienes en ese momento discutíamos sobre qué y cómo hacer. Uno de los amigos nos planteó la posibilidad de la huelga de hambre, la haríamos los dos involucrados directamente en el problema, pues habíamos trabajado en el ME. Nos pareció buena la sugerencia del compa. En seguida empezamos a buscar el mejor lugar y fecha. Pronto decidimos que sería en la entrada de la Facultad de Humanidades y Educación de la UCV, eso garantizaría que los pacos no nos levantaran la huelga en la madrugada, pues tendríamos a los amigos cuidándonos. Listo.
Debía ser en lo inmediato, para ello teníamos que cuadrar algunas cosas con los panas; la seguridad, llevar las colchonetas, los documentos con los cuales sustentar nuestra denuncia y convocar a la prensa para el momento mismo en que nos lanzáramos. También buscábamos el mejor momento, es decir cuando no hubiese clases (madrugada) y poca vigilancia, debíamos estar ahí para cuando saliera el sol y abrieran la Facultad. Debíamos cuadra bien, pues muchos de los vigilantes eran adecos y hasta policías, no querían nada con luchas estudiantiles ni sociales de ningún tipo.
En la medida que cuadrábamos la estrategia, crecía el ánimo y la disposición a llevar a efecto nuestra acción. Para ser más precisos, y en honor a la verdad, mientras cuadrábamos el plan, el amigo quien se lanzaría conmigo estaba eufórico, la sola idea de las cámaras, las luces, los micrófonos, los flashes y hasta las libretas periodísticas, lo tenían excitado, emocionado, de una se apuntó para hablar él de primero. Nuestra expectativa era que en dos o tres días se resolvía el peo, para ello debíamos demostrar seguridad, fortaleza y convicción en lo qué hacíamos y decíamos, debíamos demostrar que estábamos dispuestos a todo, sabíamos que el gobierno no querría echarse encima semejante vaina.


Fue justo ahí, en esa sacadera de cuentas y planificando acciones posteriores, cuando surgió la pregunta: ¿Y si no nos paran bolas?. Bueno, apunto el mismo pana quien ya nos había sugerido la huelga de hambre, se lanzan en una de huelga de líquidos y en tres días están muertos. La cagó. Pues acordamos hacerla bien extrema y si en un plazo perentorio no daba resultados, nos lanzábamos en huelga de líquidos, es decir cero bebidas de ningún tipo. Estábamos decididos, o nos paraban o nos moríamos pal coño.
Tan pronto Freddy nos soltó semejante vaina, el compañero de huelga trastabillo, arrugó pues, apuró su cerveza de un coñazo y para cuando colocó la jarra en la mesa, aún el color no le había vuelto al oscuro rostro. Bueno Juan, alcanzó a decir, lánzate tú y yo me encargo del peo con la prensa, yo coordino todo lo que tenga que ver con los medios. No podemos morirnos los dos, porque si no la vaina se acaba. Freddy y yo, intercambiamos una rápida mirada, ya sabíamos que la huelga no iba.
Hoy, aquel amigo milita desaforadamente en las filas oposicionistas y en tiempos del paro golpista de finales de 2002, lo veíamos en todos los canales golpistas arengando al sacrificio de todos y a no comer y a no comprar y a no salir y a no vivir. Más o menos así es la calaña de estos muchachos que hoy, y los de mañana, se lanzan a una huelga de hambre que no es más que una función, una payasada, ojalá que alguno de ellos tenga bolas suficientes para dejarse morir por defender al asesino ese de mazuco.

1 comentario:

Marlliny Monsalve dijo...

No se cómo vine a parar a su blog... buena casualidad supongo :) Lo cierto es que leyendo su artículo pensé "Bueno es que para las huelgas de hambre modernas no se necesitan "Bolas" sino "Cachitos"..." y seguro estaremos de acuerdo, en que es más fácil encontrar Cachitos que Bolas!! Por eso un gentío se mete a huelguista con tanta facilidad!!
Al menos el motivo de su "huelga fallida" era loable... Hoy los muchachos de la UCV (que no es la misma UCV por la que seguramente usted anduvo) se ponen de "huelga de hambre" para apoyar a un paro profesoral (No josé !!)